¿Qué es la Disautonomía?
La Disautonomía es una condición caracterizada por la Alteración Funcional del Sistema Nervioso Autónomo, responsable de controlar funciones involuntarias como la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
Cuando este sistema no funciona adecuadamente, pueden surgir una variedad de síntomas que afectan la calidad de vida de las personas.
¿Cómo identificar este trastorno?
Los síntomas más comunes de la Disautonomía incluyen mareos, sensación de desmayo y desmayos. Esto se deben a una desregulación en la Presión Arterial, que puede bajar repentinamente, causando una disminución del flujo sanguíneo al cerebro y provocando los mencionados síntomas.
Además de estos, hay una serie de molestias menos específicas como dolores de cabeza, fatiga, cansancio, palpitaciones y bostezos que también pueden estar presentes en esta condición.
¿Cómo combatir la Disautonomía?
Para abordar la Disautonomía, se emplean diferentes estrategias de tratamiento. En primer lugar, se recurre a medidas generales que buscan aumentar el volumen vascular y mejorar la regulación de la Presión Arterial.
Estas medidas incluyen el consumo de cantidades controladas de sal, la ingesta de agua mineral que contiene sal, el ejercicio aeróbico y la evitación de alimentos o sustancias que puedan estimular el sistema nervioso autónomo, como la cafeína.
En el ámbito farmacológico, se utilizan diversos medicamentos para controlar los síntomas de la disautonomía. La Fludrocortisona, un mineralocorticoide que ayuda a retener sal, puede ser beneficiosa en algunos casos.
También se emplean medicamentos que actúan sobre el Nervio Vago, como los llamados Vagolíticos, aunque su uso es limitado debido a sus efectos secundarios. Otro enfoque farmacológico es el uso de vasoconstrictores como la Midodrina, que aumentan la presión arterial directamente.
¿Cuáles son las recomendaciones para el paciente?
Además de estas intervenciones, se recomienda a los pacientes realizar ejercicio aeróbico como parte integral del tratamiento. Este tipo de ejercicio, que incluye actividades como caminar, trotar, nadar y andar en bicicleta, ha demostrado beneficios significativos en el control de los síntomas de la disautonomía.
Por el contrario, se aconseja evitar el ejercicio anaeróbico, como levantar pesas, ya que puede tener efectos adversos en la regulación de la presión arterial.
Es importante destacar que la disautonomía puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, especialmente si los síntomas son crónicos y limitantes. La falta de concentración, la fatiga y el cansancio pueden dificultar las actividades diarias y el desempeño laboral. Por ello, es fundamental establecer un diagnóstico preciso mediante pruebas como la prueba de inclinación, que evalúa la respuesta del sistema nervioso autónomo a cambios posturales.