Uno de los retos más grandes de los vinicultores potosinos son sus mismos paisanos. Posicionar el vino potosino entre los ciudadanos locales ha sido un desafío para los viñedos de la región. Si visitas un restaurante y pides una recomendación de vino, es poco probable que los vinos potosinos sean de los primeros que te sugieran. Pero, existiendo botellas de excelente calidad a nivel mundial, ¿no deberíamos estar consumiendo y apoyando a los viñedos locales?
“Hacerles saber a la gente que se hace buen vino a 20 minutos de su casa no es fácil”, comenta Jordi Abella de Viña Cordelia, refiriéndose a los potosinos. Viña Cordelia es un viñedo cuya historia es digna de un libro. El abuelo de Abella, Don Luis, era de un pequeño pueblo en España llamado La Palma dÉbre. Durante la guerra civil española, él y su familia se vieron obligados a emigrar a Francia, donde fueron internados en campos de concentración y separados por género.
Gracias a la determinación de Don Luis para reunirse con su familia y con la suerte de su lado, lograron reencontrarse más tarde en el barco que los llevaría a México. Ese mismo barco aparece en la etiqueta de su vino Arribat, que significa "llegar" en catalán. Este vino cuenta la historia de cómo comenzó todo. Arribat es el alta gama de viña Cordelia, un vino elegante con aromas a frutos negros y especias, estos últimos gracias a sy paso de 18 meses en barricas.
La familia Abella se enorgullece de su historia y su vino, con vides de más de 70 años de antigüedad, plantadas por el abuelo de Jordi cuando hacer vino era algo meramente tradicional y familiar.
Actualmente, producen alrededor de 30,000 botellas, y tienen el objetivo de permanecer como una bodega boutique que se enfoca en hacer los mejores vinos qu eesta tierra pueda dar.
Además de su gran vino Arribat, tienen Cordel, un vino redondo, intenso, con características y aromas frutales. También cuentan con tres vinos jóvenes con el nombre de Noi, que en catalán significa “niño” o “joven”: un rosado, un tinto y un blanco, con etiquetas juveniles y creativas, ideales para ser disfrutados en el día a día.
Rosa del Perú es la variedad de uva ícono en Viña Cordelia, misma que manejan orgánicamente sobre un suelo arenoso con algo de arcilla, lo que ayuda a la frescura y estructura del vino. “A la vid le gusta batallar”, dice Abella, explicando cómo la vid se desarrolla mejor en ecosistemas infértiles.
Trabajar con vino es trabajar a merced de la naturaleza. Las sequías, las lluvias y los vientos, todo afecta a la vida. Es una profesión de paciencia y amor al arte, ya que simplemente para poder tener tu primera cosecha viable hay que esperar 3 a 4 años después de plantar la vid. Sin embargo, el vino hecho con uvas de vides más jóvenes puede no tener la misma calidad que el de vides más maduras, que alcanzan su plena producción y calidad óptima alrededor de los 7 a 10 años de edad.
Abella afirma que quienes se dedican a la producción y comercialización del vino lo hacen por una profunda pasión, ya que la multitud de variables que implica este negocio lo convierte en algo especialmente complejo.
San Luis Potosí no está en la famosa franja del vino, que se encuentra entre los 30 y 50 grados al norte y al sur de la línea ecuatorial. Estas regiones cuentan con factores climáticos que ayudan al crecimiento de las vides, pero en San Luis esto se compensa con la altura.
Estando a 1,850 metros sobre el nivel del mar, el clima fresco debido a la altitud, junto a la exposición solar, el buen drenaje del suelo y la maduración lenta de las uvas, es lo que permite que San Luis Potosí produzca vinos de alta calidad, a pesar de no estar ubicado en la tradicional franja.
Viñedos como Cordelia y Pozo de Luna, otro destacado viñedo potosino ubicado a pocos minutos del aeropuerto, cuentan con su propio ecosistema.
“Si vas al aeropuerto muy temprano, vas a ver la neblina que hay, la cual ayuda a la vid”, dice Mildret González Pérez, sommelier de los viñedos Pozo de Luna. En esta zona del estado, la temperatura siempre está al menos un grado más baja que en el centro de San Luis. Además, los días calurosos y las noches frías de la ciudad ayudan al sano crecimiento de la vida.
En Pozo de Luna cuentan con nueve variedades de uvas, incluyendo el Pinot Noir. “Somos de los pocos viñedos mexicanos que logramos crecer Pinot”, dice González. Orgullosos de sus vinos, la sommelier asegura que cualquiera de sus diez diferentes botellas es de excelente calidad. “Siempre me preguntan cuál es la mejor, pero la verdad es que todas tienen lo suyo”, comenta.
Los vinos de Pozo de Luna son conocidos y distintivos por las múltiples medallas que han ganado a nivel internacional. Apenas con quince años de antigüedad, este viñedo crece a pasos agigantados con sus ocho tintos y dos blancos.
Uno de sus orgullos son las múltiples medallas de oro en el Concurso Mundial de Bruselas, medallas que en parte atribuyen a su reconocido enólogo, el Dr. Joaquín Madero Tamargo, conocido como “Quino” en el mundo del vino.
Lo que empezó como un sueño entre dos amigos, los empresarios potosinos Manuel Muñiz Werge y José Cerrillo Chowell, es actualmente reconocido a nivel nacional e incluso mundial, habiendo empezado a exportar su vino a Estados Unidos y Europa.
En Pozo de Luna, la tecnología es de última generación, incluyendo un sistema de riego que previene las sequías, como la que vivimos hace apenas unas semanas. Además, utilizan siempre barricas nuevas de madera francesa y americana.
Pozo de Luna, Viña Cordelia y Cava Quintanilla, otro viñedo potosino reconocido a nivel nacional, se caracterizan por enfocarse en la calidad de su producto, por su pasión a la elaboración del vino y por su interés en posicionar a San Luis dentro de las ciudades mexicanas con excelente vino, digno de reconocimiento, estableciendo la región como un destino emergente para los amantes del vino.
Nos toca a los potosinos hacer nuestra parte y darle a estos vinos la oportunidad de ser la elección en nuestras mesas. Enorgullezcámonos de lo que nuestro suelo y clima pueden ofrecer y démosles su lugar a nuestros vinos de excelencia.