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El dulce que se convirtió en tradición

Ana Paola Dávila | 25/08/2024 | 11:52

Cada región de México tiene su propio dulce que nos hace sentir orgullosos, ese sabor excepcional característico de cada estado que es reconocido en el resto del país. En México somos famosos por nuestra gastronomía, y los postres y dulces no son la excepción. Tal es el caso de los muéganos en San Luis Potosí, uno de los dulces más populares y asociados a nuestro estado.

Aunque los potosinos somos los más reconocidos por esta delicia, no somos el único estado que los elabora, ya que existen otras regiones del país donde se cuenta con un dulce similar, aunque varíe en su forma y sabor.

Un ejemplo son Tlaxcala, Puebla y el Estado de México, que tienen su propia versión de muéganos aunque estos se ven diferentes a los que en San Luis amamos y conocemos. En Tlaxcala y algunas partes del Estado de México, es un pastelillo cubierto con una mezcla de piloncillo y canela, especialmente preparado durante la feria de Huamantla en Tlaxcala. En Tehuacán, Puebla, son pequeños cuadritos de masa frita unidos por una miel de piloncillo y un ligero sabor a anís.

Sin embargo, nuestro estado es especialmente reconocido por el dulce, e incluso mexicanos de otras regiones llegan en búsqueda de nuestro manjar potosino. Este consiste en una masa que se corta en piezas o bloques, se fríe y se baña con miel de piloncillo. Crujientes por fuera, suaves por dentro y con ese brillo único y característico que todo potosino reconoce.

Los Muéganos-Repostería es un claro ejemplo de la popularidad que este dulce ha obtenido a través de los años. Su dueña, la señora Gloria Mendizábal, lleva 48 años vendiendo el postre. Ella cuenta que sus clientes llegan a comprar cajas y le dicen: "Estas van a Zacatecas", o "Estas ya van a Saltillo”, resaltando que hay personas que llegan de otros estados preguntando específicamente por sus muéganos.

Nos cuenta que la receta surgió del recetario de su mamá, en el cual existía un postre que originalmente se llamaba "hojuelas", el cual comenzó a preparar y eventualmente a vender hasta que el nombre evolucionó a muéganos. Teniendo tantos años en el negocio, la señora Mendizábal no deja a un lado la calidad de sus productos. Explica que todo el proceso continúa siendo manual y que cada ingrediente es cuidadosamente seleccionado. Incluso el piloncillo debe ser de un color específico para poder ser utilizado en sus postres; si el color de este es muy claro no puede ser usado ya que bajaría la calidad del producto.

El piloncillo toma parte importante de su producción en la Huasteca Potosina, donde se cultiva la caña de azúcar de la cual se extrae su jugo. Este jugo se hierve y se reduce hasta formar una melaza espesa. Esa melaza se vierte en moldes donde se deja enfriar y solidificar, resultando en los conos y bloques que conocemos como piloncillo y que son utilizados para elaborar la miel de los muéganos.

Siendo un postre delicado y dependiente de las temperaturas, la señora Mendizábal explica que la receta debe cambiar dependiendo de la estación del año. Ya sean temperaturas muy altas o bajas, y sobre todo, húmedas, ya que con la humedad, "les llora la miel", dice.

Para ella, levantarse todos los días a preparar meticulosamente los postres no es un trabajo sino un sistema de vida: "Me levanto con ganas de lo que voy a hacer." Para ella y su familia,

El futuro de su repostería es abrir más sucursales además de las dos con las que cuentan actualmente.

Los muéganos de San Luis Potosí no solo son un símbolo de nuestra gastronomía, sino también un reflejo de la dedicación y pasión de personas como la señora Gloria Mendizábal, quien ha convertido su amor por la repostería en una tradición que trasciende fronteras y generaciones. Su historia y la de sus muéganos son un testimonio de cómo un dulce puede convertirse en un legado cultural.

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