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Sarcasmo en la pareja, ¿una señal de que algo no anda bien?

GQ | 05/06/2024 | 12:11

El sarcasmo en la pareja —y en las relaciones interpersonales en general— es uno de los fenómenos lingüísticos más interesantes. Piénsalo: decimos una cosa cuando a menudo queremos decir lo contrario, destruyendo esa (no)regla según la cual las palabras solo deberían tener un significado. Pero no, las frases que pronunciamos y escribimos tienen muchos significados posibles, a veces diametralmente opuestos a lo que se ve en la superficie.
 
Sarcasmo e ironía, ¿términos intercambiables?
 
Sarcasmo e ironía no son lo mismo, aunque tengan varios aspectos en común; de hecho, para algunas personas, el primero es visto como “el lado oscuro” de la segunda. Algunos de los filósofos más importantes de los últimos siglos confirman esta cualidad negativa. Para Sartre, el sarcasmo era “el refugio de los débiles”, mientras que para Nietzsche el recurrir constantemente al sarcasmo “arruina el carácter […] y confiere poco a poco una cualidad de superioridad malévola”. Incluso la etimología de la palabra “sarcasmo” no es idílica si pensamos que está conectada con palabras griegas que significan “desgarrar la carne”, y que ya en la época romana este término indicaba una herramienta comunicativa para atacar violentamente al interlocutor. En definitiva, como lo define el diccionario de la Real Academia Española, se trata de una “burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo”.
 
¿El sarcasmo solo existe en las relaciones?
 
Como puede deducirse de tal definición, este fenómeno está intrínsecamente ligado a nuestras relaciones sociales: ¿quién de nosotros —piénsalo por un momento— ha sido alguna vez sarcástico consigo mismo, es decir, sin interlocutor?
 
Imaginemos que estamos delante de una lavadora que acaba de terminar su ciclo y sacamos nuestra camisa favorita, que de azul liso ahora pasó a verse como un cuadro dadaísta lleno de manchas de color. La tomamos, nos volteamos hacia la persona que amablemente ha preparado el lavado —y se ha empeñado en lavar colores mezclados a 40º—, y exclamamos en tono preciso: “felicidades, buen trabajo”.
 
Este es un claro ejemplo de sarcasmo en la pareja con el que, más allá de las palabras que formalmente son un cumplido, intentamos hacer sentir culpable a la otra persona (cuidado con los que utilizan la culpa contra nosotros), quizás incluso mortificándola un poco, olvidando que, al fin y al cabo, los accidentes de este tipo pueden ocurrir y que, de todas formas, al día siguiente saldrá el sol.
 
Lo que en realidad le falta al sarcasmo es el lado constructivo de una comunicación sana y el riesgo es que derive en una fuerte pelea de pareja. Esto también depende de la sensibilidad al sarcasmo: los estudios lingüísticos han demostrado que los hombres suelen —aunque también depende de la cultura de la que se venga— verse menos afectados por él que las mujeres.
 
¿Qué significa que el sarcasmo abunde en la pareja?