Te levantas a las 6 de la mañana, te tomas un espresso doble antes de meterte en un metro abarrotado. La mañana se te va entre reuniones y correos electrónicos —a menudo en paralelo— con los ojos irritados por el agotamiento. El almuerzo, de nuevo en tu escritorio, consiste en un sándwich de jamón y queso del supermercado, que te metes en la boca con la velocidad de quien participa en un concurso de perros calientes. Cuando llegas a casa, son las ocho de la noche y estás exhausto. Te desplomas frente a la televisión y navegas por TikTok hasta que te quedas dormido, con la seguridad de que tu cuenta bancaria sigue acumulando dígitos (aunque no los suficientes como para permitirte una propiedad en este país). Y así día tras día.
Para mucha gente, especialmente los millennials —criados con la mentalidad del esfuerzo como un estilo de vida aspiracional—, lo anterior era algo por lo que trabajar, incluso por lo que soñar. Trabajas duro, te pagan, te vuelves “exitoso”. Pero, más recientemente, hemos presenciado un giro que se aleja del frenesí y se acerca más a la soft life (vida suave), una expresión que la gente está utilizando para describir una vida con niveles más bajos de cortisol, más dopamina y menos centrada en trabajar demasiado duro por un dinero que —de todos modos— no podrás gastar divirtiéndote (¡porque siempre estás trabajando!).
Si lo tuyo es la rutina, genial. A algunas personas les gusta más la adrenalina del trabajo que a otras. Pero si alguna vez te has encontrado trabajando en un entorno muy estresante y preguntándote “¿Esta es mi vida ahora?”, entonces quizá la soft life sea para ti. Sin embargo, ¿cómo dar el paso? ¿Y qué tan difícil es lograr tener una vida laboral divertida, fácil y satisfactoria para ser feliz en el trabajo sin que necesariamente implique ganar poco dinero?
Calma, no te precipites
Todos hemos tenido malas semanas en el trabajo. Puede que no te lleves bien con alguno de tus compañeros, o que alguna vez hayas recibido un correo electrónico irritante. Esto no necesariamente significa que debas abandonar tu carrera inmediatamente y reinventarte por completo con un nuevo nombre. No. Si te sientes infeliz, asegúrate de que no sea solo un bajón temporal antes de tomar una decisión radical. A mí me gusta pensar “¿Me quejaba de lo mismo el año pasado?”, Si la respuesta es sí, quizá necesites un cambio. Si la respuesta es negativa, quizá lo único que necesites sea dormir bien.
El Dr. Andy Cope, un “doctor en felicidad” especializado en psicología positiva y en la ciencia del florecimiento humano, afirma que es importante “estar seguro”. “Todo el mundo tendrá días y semanas duros. El trabajo se llama trabajo por una razón. Pero si no se es feliz en el trabajo, hay que cambiar. Porque la vida es corta y preciosa, pasa volando. Pasamos el 30% de la vida en el trabajo”. No querrás perder el 30% de tu vida estancado en una rutina que no te gusta, ¿cierto?
Explora otras posibilidades
Está muy bien decidir abandonar la rutina implacable en favor de algo menos agotador, pero hay que pensar con qué sustituirla. Hannah Viney, de 35 años, me cuenta que pasó la mayor parte de su vida laboral siendo una relacionista pública premiada con su propio negocio de seis cifras. Estaba en la cresta de la ola, pero también agotada. “No es saludable funcionar a ese nivel de adrenalina exacerbada por mucho tiempo, en algún momento hay que bajarse del tren”, admite.
Hace ocho meses decidió dejarlo todo para criar cachorros de perro guía. Ahora, dirige un pequeño negocio independiente de servicios de atención canina. “Convertirme en criadora de cachorros de perro guía me devolvió una renovada sensación de propósito, realización y alegría pura que me había estado faltando”, afirma. Obviamente, no tienes por qué convertirte en criador de cachorros de perro guía, pero entiendes la idea: piensa en lo que te gusta, en lugar de lo que debería gustarte, y sigue ese camino. Nunca se sabe adónde puede llevarte.
Escucha a tu cuerpo
La vida suave no significa optar por la opción más fácil. Significa hacer algo que te haga feliz. Si no estás seguro de qué es eso, la psicoterapeuta y escritora Tasha Bailey sugiere escuchar a tu cuerpo. “Sé más consciente de escuchar a tu cuerpo y su respuesta al estrés”, explica, “fíjate en cuándo aumenta tu ritmo cardíaco. Observa cuándo sientes miedo o ansiedad y qué aspectos de tu trabajo los desencadenan. Busca también los destellos, los momentos en los que sientes alegría, seguridad y confianza en lo que haces. Los destellos son la base de una soft life: son los momentos en los que tu sistema nervioso está en su estado más relajado y suave. Prioriza un trabajo que te aporte más destellos”.
La soft life también requiere no forzarnos más allá de lo que es “demasiado”, en cualquier cosa que hagamos. “No podemos tener una vida suave sin el duro trabajo de unos límites sanos”, agrega. “Empieza a decir no a las obligaciones, normaliza hablar cuando algo no te gusta, escucha tus límites y practica trabajar solo durante tu horario laboral”. Los límites no surgen de la noche a la mañana, así que ten paciencia y empieza por tener límites de bebé, con pequeños no o retrasando el decir sí a las obligaciones”.
Olvida todo lo que te han dicho sobre el éxito
A la mayoría de nosotros nos educaron para creer que el éxito significaba una casa grande y bonita, un buen auto y un bonito refrigerador último modelo. También nos educaron para creer que el éxito significaba estar estresado todo el tiempo, porque no se puede ganar dinero sin estrés, ¿verdad? Pero —y perdóname por parecer una charla TED— ¿qué pasaría si el éxito significara felicidad, salud y relaciones más sólidas? Si quieres abrazar la soft life, vale la pena que intentes cambiar tu percepción del éxito y pienses en lo que te hace feliz. Tal vez eso signifique aceptar un descenso de categoría, mudarse al campo, reinventarse en otra área o simplemente desactivar las notificaciones del trabajo en el teléfono… todo depende de ti.
“Antes, el éxito me llegaba en forma de logros económicos, horas pasadas en la laptop e invitaciones a eventos repletos de celebridades. Todo ello a costa de horarios intempestivos, noches en vela, falta de tiempo libre para disfrutar de los ingresos y relaciones personales conflictivas”, comparte Viney. “Un cambio de mentalidad y percepción valora ahora el éxito de otras formas: un estilo de vida equilibrado, un día lleno de variedad y una pasión profesional”. En otras palabras, abandonar la competencia feroz no significa que hayas fracasado como ser humano. Significa que estás ganando.