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Destacan elementos simbólicos de la capilla del Pocito

INAH | 21/06/2024 | 13:34

Al presentar un diagnóstico sobre los daños que presenta la capilla del Pocito, ubicada en la Villa de Guadalupe, y la manera en que estos deben repararse, la arquitecta Lucía Ezeta López destacó los elementos simbólicos con que cuenta el inmueble, los cuales habrían facilitado el proceso de evangelización entre los antiguos habitantes de la zona.
 
La integrante de la Dirección de Licencias de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dependencia de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, presentó la conferencia Análisis y diagnóstico de la capilla del Pocito. Una perspectiva integral para su valoración y conservación.
 
“Poder leer el inmueble más allá de la piedra es algo valioso, lo cual se tiene que difundir”, dijo la especialista al explicar que en las cúpulas se hace referencia al cielo, junto con las ventanas con forma de estrella, mientras que, en la base hecha de tezontle rojo, a la tierra.
 
En el interior de la capilla, edificada en el siglo XVIII, se cuenta con elementos que aluden a las estrellas del manto de la Virgen María, además de figuras de querubines que la acompañan, refirió la arquitecta.
 
El oratorio es conocido como el Pocito porque ahí emergía un manantial, cuya agua se pensaba era milagrosa, debido a la creencia de que en este sitio ocurrió la cuarta aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego.
 
Además, agregó que en la planta de la capilla existe una similitud con el nahui ollin, un símbolo de la mitología mesoamericana, en el cual se engloba la concepción del universo, el tiempo y el espacio, de donde parten los cuatro rumbos cardinales y su centro representa el punto justo de encuentro entre el cielo y la tierra.
 
Incluso, sugirió la posibilidad de que el arquitecto quisiera conciliar la paz entre los españoles y los indígenas, con dicho símbolo en planta de la ermita.
 
El diagnóstico
 
Luego de presentar un escaneo 3D y una cronología sobre los trabajos de restauración que se han realizado en la capilla, Ezeta López señaló que los daños que deben repararse para devolver el estado de consolidación que mantiene en pie a la capilla, son hundimiento, presencia de vegetación enraizada, grietas y fisuras en muros y cúpula central, resanes de cemento y fragmentos faltantes en chapa de tezontle.
 
Por último, recordó que la capilla del Pocito, considerada la joya del Barroco de Latinoamérica, se construyó entre 1777 y 1791, por el arquitecto Francisco Guerrero y Torres, y fue objeto de labores de renivelación, en 1959, a cargo del ingeniero Manuel González Flores.