Existen miles de razones que pueden robarte el sueño o evitar que lo concilies, desde lo que comes por las noches, hasta la tecnología que mantienes en tu habitación. Sin embargo, un nuevo estudio científico descubrió un inesperado motivo, incluso insólito, por el que podrías no dormir bien.
La investigación, realizada por expertos de la Universidad del Sur de California (USC), reveló que se trata de unas sustancias químicas, que tal vez ni puedas pronunciar: perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, comúnmente llamadas por expertos como PFAS.
Resulta que estas sustancias químicas artificiales, que se producen hasta en 15,000 clases distintas, son utilizadas en procesos de fabricación de diversos objetos. Por ejemplo: productos de limpieza, tejidos resistentes al agua, utensilios de cocina antiadherentes (“gripe de teflón”), artículos de cuidado personal, entre muchos otros.
El problema radica en que constantemente te expones a dichas sustancias, ya que permanecen en el medio ambiente sin descomponerse, infiltrándose en los alimentos que consumes, el agua que tomas y por supuesto el aire que respiras.
Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), estos PFAS se han vinculado con el riesgo de desarrollar cáncer y enfermedades de tiroides, así como un aumento del colesterol, presión arterial y una menor respuesta inmunológica.
Y ahora el nuevo estudio señala que también se relacionan con el insomnio y la mala calidad del sueño, especialmente en adultos jóvenes. “Tener altas concentraciones de PFAS en sangre afecta a varios genes que controlan el sueño, incluido uno que convierte el cortisol en cortisona, que indica al cuerpo que está listo para descansar”, se lee en el informe.
Cómo descubrieron que los PFAS afectan el sueño
Los investigadores analizaron la sangre de adultos jóvenes, con edades entre 19 y 24 años. A su vez, les dividieron en tres grupos, dependiendo de las “concentraciones sanguíneas de PFAS”.
Fue así como descubrieron que quienes tenían una mayor concentración de PFAS en la sangre dormían hasta 80 minutos menos, en comparación con el grupo de menor concentración.
“Dado que el cuerpo necesita dormir todos los días, si los PFAS pudieran estar interfiriendo con el sueño, eso podría afectarlo de manera más inmediata que otros problemas de salud crónicos”, señaló la doctora Shiwen Li, investigadora postdoctoral de la USC y autora principal del estudio.
En su explicación más científica, estas sustancias químicas pueden atravesar la “barrera hematoencefálica”, alterando varios neurotransmisores que actúan en favor del sueño. Algunos de estos son: dopamina, glutamato, serotonina y la homeostasis del calcio.